martes, 4 de marzo de 2008

La Edad de la Luz...

Ayer presencié una situación muy cotidiana para nosotros en los últimos años, algo que nos pasa tan seguido que aprendimos a convivir con ello, como que nos acostumbramos.
Solo nos sale una leve o fuerte puteada de nuestro interior, pero al rato lo tomamos como algo natural.
De lo que estoy hablando es de los cortes de luz.
A mi me pasa, y considero que a todos nos pasa lo mismo. Me refiero a la impotencia que nos agarra al instante de vernos envueltos en la oscuridad. Primero una desesperación mezclada con ira y bronca, y luego cabizbajos en búsqueda de alguna vela o cualquier cosa que ilumine un poco esa amargura.
Son esos momentos en que nos sentimos imposibilitados por completo, como si tuviéramos alguna incapacidad ya que pensamos que no podemos hacer nada. Y es así, por nuestra forma de vida no podemos hacer nada.
Lamentablemente, todo a lo que estamos acostumbrados requiere de electricidad.
Es que no podemos ver la tele, perdiéndonos el capitulo de esa serie o novela que estamos viendo hace tiempo. No podemos conectarnos a internet y hablar con amigos, gente, etc por el MSN. No podemos escuchar la radio ni poner un CD que nos guste. No podemos enfriar las bebidas que tan heladas nos gustan. No podemos calentar nuestra comidita en el microondas. No podemos jugar a la PlayStation. Hasta corremos el riesgo de que el despertador no nos despierte por haberse desconfigurado. Es decir, no podemos hacer nada. El tiempo que dura esa oscuridad, dura nuestra inactividad. Dejamos de vivir por un rato.
Yo soy uno de esos, pero ayer sucedió algo distinto. Algo que nunca me había pasado.
No se si será que estoy más grande, más “maduro”. No se si es porque estoy pasando por una etapa de tranquilidad interna (más allá de todos los problemas que cualquier ser humano de entre 20 y 26 años puede tener hoy en día) que me permitió tomarlo de otra manera. O solo fue un momento que me agarro desprevenido, con la cabeza en otra cosa, y no me dejó verlo mal como siempre. El hecho es que ayer me lo tomé con calma, me encendí dos velas alrededor mío y me puse a leer un libro en paz.
Mientras leía, inmerso en la historia, iba pensando a la par que sentía como que había retrocedido 200 años en el tiempo, viviendo algo que en ésa época era normal. Y no me molestó. Al contrario, sino que lo disfruté.
Es por eso, que cuando terminé, llegué a esta humilde conclusión:
En la primaria y secundaria nos enseñaron como, cronológicamente hablando, estábamos atravesando la Edad Contemporánea. A lo que se me ocurrió que eso no podría ser tan así. De acuerdo a nuestra forma de vida, tranquilamente esa edad podría haber terminado hace tiempo y haber pasado a una nueva; a la Edad de la Luz.
Porque la luz hoy en día es imprescindible para nosotros. Sin ella, ninguno de todos los novedosos artefactos que fueron apareciendo funcionan y al suceder eso, nosotros no servimos para nada.
En el transcurso del tiempo hemos vivido un período de evolución tecnológica, científica, social. Pero en lo individual hemos involucionado millones de años. Tanto, que estando sin luz, somos menos capaces que los cavernícolas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

SIRO TE FELICITO!!!!
ME ENCANTO EL TEXTO, Y LA IDEA DEL FINAL ES ESPECTACULAR DIGNA DE ESTUDIOS SOCIOLOGICOS, PSICOLOGICOS, ETC.
EL TEMA DEL JUEGO DE LAS EVOLCIONES E INVOLUCIONES ES MUY INTERESANTE.
FELICITACIONES OTRA VEZ, GRACIAS POR COMPARTIRLO Y SOBRETODO TE FELICITO POR ESA "BEAUTIFUL MIND" QUE TENES.
BESO GRANDE.
BETAO